domingo, 22 de febrero de 2015

La manada 5: Una visita postergada

Autor: Hans Rothgiesser

Insel X era uno de esos superhéroes que bien podría dormir y ducharse en su uniforme. Para él, su personalidad de civil era el verdadero disfraz. Prefería andar todo el día vestido con su traje negro con diseños rojos, su cinturón con compartimientos y su máscara. Era relativamente delgado, pero eso no quitaba que estuviera en la máxima capacidad de su condición física. Incluso dentro de su guarida llevaba sus guantes de material sintético especial -desarrollado por un laboratorio en Asia especialmente para él-. Su máscara cubría toda su cara, a excepción del área triangular debajo de su nariz, que incluía su boca.
Su nombre de nacimiento era Basil, pero desde la última vez que respondió a él ha usado tantos otros, que su recuerdo es remoto. Desde su dura infancia en las calles y la determinación durante su adolescencia de que sería superhéroe para evitar que otros sufran lo que él había sufrido, había preferido hacerse llamar de otras maneras. Esto ayudaba a internalizar la idea de que él no era un ser humano. Era algo mucho más grande que eso. Y que si moría hoy, su legado continuaría de alguna manera. Tenía planes para ello.
De hecho, Insel X tenía planes para todo. Desde que se planteó como objetivo ser miembro de la comunidad de superhéroes, colocando su intelecto superior como piedra angular de su plan, se había estado preparando mental y físicamente. Cerca a cumplir 30 años, consideraba que nunca antes había estado mejor preparado para el enfrentamiento que sabía que venía.
Por eso cuando uno de los ductos de ventilación de su guarida subterránea explotó, él supo exactamente de qué se trataba y qué era lo que tenía que hacer. Puso cuidadosamente a un lado de la mesa en la que estaba trabajando el prototipo de un artefacto que uno de sus colaboradores anónimos había manufacturado para él. Luego se volteó y respiró profundamente un par de veces.
“Lobo”, comentó sin verlo aún. Segundos después se reveló la imponente figura del intruso que ya estaba parado a unos metros de él.
“No he venido para pelear contigo, Basil”, dijo el intruso con voz grave. El uso de su nombre de pila era algo que obviamente estaba pensado para distraerlo. No dejaría que suceda.

Insel X estiró los dedos y los cerró en puño. Sabía perfectamente que más allá de lo que dijera Lobo, habría un enfrentamiento físico. Se pelearían a golpes y pondrían a prueba sus habilidades.  Insel X sabía que Lobo estaba acabado. Eso lo sabían ambos. Esto, a su vez, llevaba a la lógica conclusión de que Lobo trataría de evitar un enfrentamiento de este tipo. Trataría de eliminar a su contrincante con alguna distracción o el uso de alguna arma novedosa. Para eso, Insel X tendría que estar muy atento y listo para contrarrestar lo que sea que Lobo use.
“Entonces, ¿para qué irrumpes en mi guarida?”, le pregunta el joven héroe.  Lo observa fijamente, sin distraerse ni un ápice. Sabe que su vida depende de esto. Lobo ha matado a Big Data, un héroe menor que apoyaba a muchos otros -como al mismo Insel X- con asuntos relacionados a programación y hacking. Eso lo saben todos, porque el mismo Lobo lo difundió y se aseguró de que todos se enteraran de ello. En parte, asume Insel X, porque quería dejar en claro que no tendría problemas en matar a algún otro héroe que no se sometiera a sus reglas. Lobo se ha embarcado en la patética misión de ser el que vigila que los vigilantes no se excedan, una labor que a Insel X le parece ridícula. Precisamente el sentido de tener una identidad secreta y de operar con una máscara es que ellos están por encima de las leyes, de las reglas. Si los ataran reglas, no podrían hacer su trabajo.
“Tenemos que hablar”, le dice Lobo.  El imponente hombre de edad avanzada observa al muchacho con su sobretodo negro y su bufanda roja y su sombrero de ala ancha negro. Tiene una barba canosa abundante y pelo largo. Si Insel X no se hubiese enfrentado a criminales con apariencia aún más impresionante, se sentiría intimidado. “Tú mandaste a Frontpage contra mí. A mi amigo. ¿En qué estabas pensando?”
“Creímos que no serías capaz de matar a un viejo amigo tuyo. Pero ya vimos que estábamos en un error”, responde Insel X.
“Por supuesto que estaban en un error”, responde Lobo sin evidenciar sensibilidad al tema. “¿Qué esperaban? Les he dejado en claro que esto es en serio.”
“Discúlpame, Anibal”, Insel X usa el nombre de pila de Lobo al propósito. Dos pueden jugar ese juego, piensa brevemente. “Pero tu ultimatum es absurdo. No puedes pretender que te tomemos en serio.”
Lobo guarda silencio unos segundos. Insel X no cree que vaya a atacar en ese momento, pero se prepara de todas maneras. Todos sus músculos están tensos. Todo su ser está listo para un enfrentamiento.
Y en ese instante, en esos segundos de silencio, el muchacho tiene una idea. Desde que Lobo irrumpió en su guarida, Insel X ha estado esperando que el intruso sea el que inicie el enfrentamiento. ¿Por qué? ¿No tendría ventaja si fuese él mismo el que saltara encima de su agresor? ¿Acaso no tiene trucos bajo la manga? ¿Acaso no tiene algún artefacto en su cinturón que le ayudaría a ganar una pelea con Lobo con un solo golpe?
Quizás. Es posible. Pero está seguro que el anciano debe de haber tomado eso en cuenta. Después de todo, es Lobo. Tiene sentido tenerle mucho respeto.
“¿Por qué consideras que no se puede tomar en serio mi ultimatum?”, pregunta finalmente.
Insel X se demora en responder. No sabe bien lo que está pasando. ¿Está el gran Lobo realmente pidiendo su opinión? ¿O está tratando de ganar tiempo? ¿De distraerlo? Con alguien como Lobo no hay forma de saberlo. Considera que hay tantos posibles escenarios que no tiene sentido tratar de cubrirlos todos. Decide ser sincero.
“Porque es demasiado radical”, responde el muchacho. “Hemos operado así, sin reglas, por demasiado tiempo. Que tú vengas ahora, de un momento a otro y sin previo aviso a juzgarnos... es injusto.  Y no es efectivo.”
Lobo cruza los brazos. Se trata de brazos musculosos que alguna vez fueron más impresionantes, pero que hoy en día lo siguen siendo.
“¿Cómo lo habrías hecho tú, entonces?”
“No lo sé”, responde Insel X. “De a pocos, supongo. Dejar a la comunidad de superhéroes acostumbrarse a la idea de que a partir de ahora alguien los estará vigilando.”
“Si lo hacía gradualmente, algunos de ustedes habrían tenido la oportunidad de hacer algo al respecto. Buscarme y eliminarme, como lo intentaste tú. No, mi vigilancia tenía que ser impuesta de manera brusca y sin piedad. Sólo así la tomarían en serio.”
“Pero no la están tomando en serio”, Insel X se sorprende de estar siendo arrastrado a esta discusión. Este encuentro obviamente va a terminar en una pelea física. ¿No sería mejor pasar a esa etapa inevitable? ¿Por qué estirar una discusión que no llevará a nada? Lobo es demasiado testarudo como para dejarse convencer. Por su lado, Insel X está seguro de su posición. Este debate solo puede tener un final posible. O por lo menos, eso es lo que el muchacho cree. “Eso es lo que te estoy diciendo. Nos hemos reunido para hablar de ti. Para decidir entre todos qué haremos. Y nadie te está tomando en serio. Creen que estás loco. Que has perdido la razón.”
“Pero no he perdido la razón”, Lobo no lo deja de mirar fijamente. “Esto es necesario. Los héroes no pueden seguir así. Alguien tiene que enseñarles que hay límites. Eres suficientemente inteligente como para saber que tengo razón.”
“Puede ser. Pero no me queda claro por qué ese alguien tienes que ser tú”, responde Insel X. “¿Por qué no Corsair? Él es claramente el más poderoso de todos nosotros. Él podría poner en su lugar a cualquier otro superhéroe que se exceda. A él sí le haríamos todos caso.”
“Pero él no está interesado en ser el que vigile a los demás. Ya he hablado con él de esto. No considera que haya un problema. No cree que haga falta hacer algo. No es lo suficientemente humano como para darse cuenta de que tenemos que intervenir.”
Insel X no responde. Se voltea hacia la banca en la que había estado sentado, desde donde había estado trabajando en el prototipo. Sin darse cuenta está más relajado con respecto a la incursión de Lobo en su guarida.
“Entonces no empecemos por él”, dice el muchacho. “Debe de haber otros que estén de acuerdo contigo. No necesariamente superhéroes. ¿Quizás autoridades? Quizás debamos hablar primero con presidentes. Con ministros.”
“Éste es un problema de nosotros”, dice Lobo sin moverse. “De superhéroes que tienen que aprender la lección. Los civiles no tienen por qué ser arrastrados al problema. Lo originamos nosotros y lo debemos solucionar nosotros. Es así de simple. Además, no tenemos tiempo para discutirlo en un comité. Necesitamos abordar el problema ya. Sin más retrasos.”
“Lo siento, Anibal”, Insel X le sonríe. “Pero así no van a funcionar las cosas. Lo que has hecho es unificarnos a todos contra ti. En este momento todos los superhéroes están comunicándose entre ellos para decidir qué hacer contra el loco que pretende regularlos. Dudo mucho que alguien esté pensando en tomarte en serio. No he visto a nadie hacerlo aún.”
“Tú me tomaste en serio”, dice Lobo y baja los brazos. Insel X considera esto una mala señal. “Me tomaste lo suficientemente en serio como para mandar a Frontpage contra mí. Muy cobardemente, debo añadir. Un verdadero hombre habría venido por mí él mismo. Pero tú no. Tú mandaste a un amigo con la esperanza de que eso me ablande. Claramente no me conoces.”
“Lo siento mucho. De verdad pensé que Arnold podría convencerte de desistir de tu plan. De lo que sea que planeas hacer.”
“Lamentablemente, ése es el punto. Lo que inicié ya no se puede detener.”
Insel X se para muy lentamente. Eso sí lo ha puesto nervioso.
“¿A qué te refieres? ¿Qué has hecho, Anibal?”
“Te voy a revelar algo que no le he dicho a Corsair o a ninguno de los otros con los que he hablado desde que regresé. No creo que sea una gran pérdida que te lo cuente, porque es algo que podrías deducir fácilmente por tu cuenta. No sé por qué aún no lo has hecho.”
“¿Qué es, Anibal?”, Insel X está nuevamente parado y listo para un asalto. “¿Qué has hecho?”
“No importa lo que he hecho, Basil. Lo que importa es quiénes me apoyan. Te equivocas cuando dices que no me toman en serio. Estás muy equivocado. Eso es lo que muestran al público, porque tienen miedo de que otros miembros de su comunidad de superhéroes los maltraten por decir que tengo razón. Pero la verdad es que muchos de ustedes ya están de mi lado. Y no solamente ustedes. Muchos humanos sin poderes -como yo mismo o como tú- no requirieron de mucho esfuerzo para ser convencidos de que hacía falta hacer algo. Basil, no tienes ni idea de la cantidad de gente de la que estoy hablando.”
Insel X rápidamente comienza a repasar las armas que tiene a su disposición en su cinturón y lo que podría usar de su guarida. Sabe que esto no va a acabar bien y que su plan original era el correcto.
“Pero hay un problema con tu argumento”, dice el muchacho. “Dijiste que éste es un problema de superhéroes y que debe solucionarse entre superhéroes. ¿Por qué entonces pones en peligro la vida de civiles?”
“Estos no son civiles comunes y corrientes, Basil.”
Y entonces Insel X sabe que la suerte está echada. Que nada de lo que haga servirá.
Se voltea justo a tiempo para ver detrás de él a una figura vestida de rojo oscuro. Tiene una especie de sobretodo, similar al que lleva Lobo. No obstante, esta figura no tiene la cabeza cubierta por un enorme sombrero de ala ancha, sino por una capucha que le impide a Basil ver si se trata de un hombre o una mujer.
Insel X trata de arrojarse hacia un lado, pero no es lo suficientemente rápido. No obstante, la descarga no viene de esta figura de rojo, sino del mismo Lobo. La distracción sirvió para que desenfundara alguna especie de arma y la usara contra él.
El muchacho siente en ese momento el terror de saber que ha perdido el control de la situación.  Sabe que eso implica un castigo. Que será golpeado en el suelo o que incluso será asesinado en ese mismo lugar. Pero que algo malo le va a suceder.
Lobo se para junto a él. Insel X está en el suelo y no se puede mover. Sus músculos están contraídos e imposibilitados. Sospecha que si lo dejaran ahí tirado, tardaría varias horas en poderse parar nuevamente.
“Esto es lo que no entienden, Basil”, le dice Lobo con voz dramática. El muchacho no ve a la segunda persona en ninguna parte. ¿Estuvo realmente ahí o fue su imaginación? “Somos muchos.  Y tenemos muchos talentos. Vamos a seguir haciéndoles daño hasta que eventualmente nos tomen en serio. ¿Qué opinas con respecto a eso?”
Insel X puede ver cómo Lobo se arrodilla frente a él. Siente cómo le quita la máscara y revela el joven rostro que no le gusta exponer. Le desespera no poder hacer nada al respecto.
“Esto es lo que va a pasar, Basil”, dice Lobo sonriendo. “Voy a irme sin hacerte daño. Verás, me caes bien y no creo que tú seas parte del problema. Pero si me vuelves a enviar a alguien, vendré a matarte. ¿Me entiendes? Sé un hombre y ven tú mismo por mí. A menos, claro, que entiendas que lo que estoy haciendo es por el bien de la sociedad. Y ahora, mis amigos se van a copiar la información de tus servidores...”
Insel X hace un esfuerzo por mirar detrás de él, que es donde sabe que mantiene sus servidores, pero no puede. Sus músculos no se lo permiten. Se preocupa. Sabe que hay mucha información ahí que podría ser letal en las manos de un sicópata como Lobo.
“Y luego te voy a dejar aquí tirado. Pero quiero que le recuerdes a Corsair que no estoy jugando.  Esto es serio. Y no voy a parar hasta que ustedes no entiendan eso o me maten. Ten en cuenta esto: Si muero, alguien tomará mi lugar. Tenemos varios candidatos haciendo cola.”
Le sonríe una vez más. Luego se para y sale del campo de visión de Insel X. Él espera ahí tirado a poder recuperar el movimiento en sus manos y en sus pies. Luego de varias horas se voltea y ve que los hombres de Lobo no solamente han copiado el material de su servidor, sino que además lo han destruido.
Pero más importante es que el tiempo que ha estado ahí tirado le ha sido útil para meditar lo que Lobo le había dicho.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario